jueves, 14 de abril de 2011

El Ejercito Romano

Equipo del soldado Romano
EL EJERCITO ROMANO
 
Carácter del ejército romano. El ejército romano empezó siendo una simple milicia de campesinos que se reunían solamente cuando las circunstancias lo exigían. Los soldados eran ciudadanos que aportaban su equipo y armamento y consideraban el servicio militar como uno de tantos deberes impuestos por la vida cívica. Esta organización dio a Roma el imperio del mundo, pero una vez conseguido, se reveló incapaz de defenderlo y consolidarlo. A fines del siglo II a. de J. C. empezó la evolución del ejército romano. Su gran reformador fue Mario; los soldados se reclutaron entre los más pobres de la población, con un largo tiempo de servicio, y gradualmente fueron convirtiéndose en mercenarios, sin otro oficio que el de las armas. César encontró al ejército en plena transición. No tenía todavía el carácter que le dio Augusto y acentuaron sus sucesores, pero era ya una organización permanente formada por profesionales. Los lazos de fidelidad religiosa e interés práctico que unían los soldados al general tenían ya aquel matiz personalísimo que había de convertir a las legiones en el más poderoso instrumento político. Organización. La infantería es la fuerza principal del ejército romano, y la unidad táctica de infantería, la legión (legio). Ésta debe su nombre a la "reunión" de las tribus que formaban la antigua milicia ciudadana. Deriva directamente de la falange dórica, introducida en el Lacio a través de las ciudades de la Magna Grecia. La falange era una formación compacta de infantería pesada, cuya misión principal era el choque; la maniobra era más bien encomendada a la caballería, colocada
generalmente en las alas. Los romanos, débiles en caballería, modificaron la falange haciéndola más manejable y maniobrera. A este efecto la subdividieron en unidades capaces de moverse con cierta independencia, cohortes, manípulos y centurias. La centuria era la unidad inferior y constaba normalmente de cien hombres; dos centurias
formaban un manípulo, tres manípulos una cohorte y diez cohortes una legión. Asi, una legión constaba de 60 centurias y su contingente teórico era de 6.000 hombres. Sin embargo, raras veces contaban las legiones con su efectivo completo. Su contingente normal era de 4.500 a 5.000 hombres, lo que nos da de 70 a 80 hombres por centuria.
 

Armamento. El armamento defensivo del legionario romano era parecido al del hoplita griego: casco, coraza, probablemente grebas y un escudo pesado de más de un metro de alto. Las armas ofensivas consistían en una jabalina (pilum,) y una espada corta (gladius) de origen ibérico. El pilum era una lanza de madera con punta de hierro que se lanzaba a distancia para desorganizar las filas enemigas antes de entablar el cuerpo a cuerpo; una vez establecido el contacto, se empleaba la espada, ancha y puntiaguda, que se manejaba de un modo parecido a la moderna bayoneta. Además de sus armas, el soldado debía llevar en su mochila individual (sarcina) sus víveres, utensilios para cocinarlos e instrumentos de zapa y fortificación. Todo ello formaba un equipo bastante pesado que el legionario debía ser capaz de transportar durante largas marchas sin sentir fatiga.

 
  
Mandos. La disciplina se mantenía gracias a una sabia jerarquía de mandos. Los oficiales inferiores eran los centuriones o comandantes de las centurias; todos ellos habían empezado sirviendo en las filas y debían el grado a su valor y virtudes militares. Los centuriones de la primera cohorte eran más importantes que los otros y recibían el nombre de primorum ordinum centuriones o primi ordines; el jefe de la primera centuria, llamado primipilus,. tenía acceso a los consejos de guerra  junto con los oficiales superiores. Eran éstos los tribunos militares (tribuni militum}, y los legados (legati); los primeros eran seis por legión, cuyo mando desempeñaban por turno. En tiempo de César los tribunos cedieron el paso a los legados, especie de lugarteniente del general en jefe, que podían ejercer funciones independientes y mandar ejércitos enteros o parte de ellos. Todos estos oficiales pertenecían a las clases superiores de Roma, nobleza senatorial y caballeros, y venían a formar como el estado mayor del general.
 



 
 













Tropas especiales. Adjuntos al estado mayor estaban también los praefecti fabrum o jefes de ingenieros; para los trabajos de fortificación e ingeniería, no se disponía de cuerpos especiales; cuando el caso lo requería se separaban de las filas a los soldados más capacitados para ello (fabri). Las tropas legionarias constituían la infantería pesada; la caballería y la infantería ligera estaban encuadradas en unidades independientes de las legiones, designadas como tropas auxiliares (auxilia); las componían soldados no ciudadanos, provinciales y extranjeros. Los auxiliares de infantería consistían sobre todo en honderos y arqueros; la caballería, cuyas formaciones se llamaban alae o cohortes alariae, por desempeñar generalmente misiones de flanqueo, estaba mandada por los praefecti equitum, que muchas veces eran los mismos jefes o notables de las tribus a que pertenecían los jinetes.



 
Formación en batalla. En la batalla, la formación táctica más usual en tiempo de César era
la acies triplex, en tres líneas, cada una de un cierto número de cohortes, por ejemplo, cuatro en la primera y tres en las sucesivas, dispuestas al tresbolillo: este dispositivo permitía dejar intervalos entre las cohortes por los que podían filtrarse, durante el combate, las reservas y refuerzos. Normalmente, cada cohorte presentaba los manípulos adosados en línea, mientras las centurias de cada manípulo se disponían en profundidad.



EL CAMPAMENTO ROMANO
Representación de un campamento Romano
Maqueta de un campamento Romano

Para ponerse a resguardo de posibles sorpresas, el ejército romano se hacía fuerte todas las noches en un campamento fortificado (castra). Durante la marcha, el general enviaba por delante un destacamento encargado de elegir un emplazamiento adecuado, fácil de defender y, a ser posible, con posibilidad de abastecerse en agua, leña y forraje. Una vez elegido el sitio, lo acotaban según una disposición tradicional (castra metari); un cuadrilátero rodeado de un foso y una estacada. Llegadas las legiones, se emprendía inmediatamente el      atrincheramiento. Una trinchera excavada (fossa) solía tener cuatro metros de anchura por tres de profundidad. Con la tierra excavada se levantaba un terraplén o muro (agger), coronado por una estacada (vallum).
Las dimensiones del campamento dependían, naturalmente, del número de legiones que en
él debieran alojarse, pero su plano siempre era el mismo. En el centro de cada lado del cuadrilátero se abría una puerta. La puerta dirigida hacia el enemigo era la porta praetoria, a la que correspondía, al lado opuesto, la porta decumana. A ambos lados se abrían la porta principalis dextra y la porta principalis sinistra. El interior estaba dividido según una cudrícula de calles (viae) que discurrían entre las tiendas (tentoria). Las dos principales, que se cortaban en ángulo recto en el centro del campamento, eran la uia principalis,, que iba de una puerta lateral a la otra, y la uia praetoria, que desembocaba en la puerta del mismo nombre. En la intersección de ambas calles principales se abría el forum, o explanada para las asambleas, con el praetorium, pabellón del general, y el quaestorium, alojamiento del cuestor y de los servicios administrativos y de intendencia. Alrededor del praetorium. se alineaban las tiendas del
estado mayor y de las tropas elegidas. Entre el uallum. y las tiendas se dejaba un espacio (intervallum) para facilitar las entradas y salidas. Cuando una tropa debía permanecer alojada durante mucho tiempo en un determinado lugar, se construía un campamento permanente (castra statiua). Si era para pasar el invierno, recibía el nombre de hiberna. En la época imperial muchos campamentos permanentes se convirtieron en
núcleos de población urbana que desempeñaron un gran papel en la romanización de las provincias.

martes, 12 de abril de 2011

La Religión Romana

LA RELIGIÓN
Carácter de la religión romana. Tal como aparece en los autores clásicos, la religión romana es el resultado de la incorporación de concepciones extranjeras, sobre todo griegas, sobre una base de creencias indígenas. La antigua religión de los romanos tenía un carácter muy distinto de la griega; sus dioses no estaban personalizados ni eran representables en estatuas y pinturas, y no dieron lugar a mitos o leyendas sagradas como las que encontramos en Grecia. .Son los dioses propios de un pueblo campesino, en el que la preocupación por el quehacer diario ha sofocado la fantasía. Entre las antiguas divinidades, a que se rendía culto en la vida privada, descollaban los espíritus (numina) que presidían todas las actividades de la vida familiar y exterior: el nacimiento y la muerte, la prosperidad de la casa, las faenas agrícolas y ganaderas, etc. Los nombres de estos espíritus estaban registrados en los libros de los pontífices llamados indigitamenta, pero sólo unos pocos de ellos han adquirido una personalidad propia en la religión de la época clásica. Espíritus protectores. Entre los numina primitivos siguieron desempeñando un papel activo en la vida religiosa romana los Lares, los Penates y los Manes. 
Lares, los Penates y los Manes
Los Lares eran los protectores de la hacienda y del hogar, a los que se rendía culto en capillitas situadas en los límites de los campos. El Lar familiaris velaba sobre la casa; su imagen estaba en el atrio (lararium) y recibía culto en los días festivos; más adelante los Lares aparecieron siempre formando pareja. Su fiesta principal se celebraba el 23 de diciembre. Junto a los Lares aparecen los Penates, espíritus protectores de la despensa (penus); sus imágenes estaban junto al hogar. Los Manes son las almas de los muertos de la familia, cuya benevolencia se captaba con fiestas funerarias, las Feralia (21 de febrero), en las que se visitaban las tumbas y se ofrecía en ellas alimentos y bebidas. En vida, el espíritu protector es el Genius, que personifica la fuerza vital y activa del hombre. En el acto de nacer, el Genius se introduce en el hombre, y no se separa de él hasta la muerte. Espíritus de la Naturaleza. Afines a los numina de que hemos hablado, sin que en muchos casos puedan distinguirse de ellos, son las divinidades que personifican fuerzas naturales, como fuentes y ríos. Las diosas de las fuentes fueron las Camenae, que más tarde se identificaron con las Musas griegas. Como dios fluvial gozó de gran veneración el Pater Tiberinus, personificación del Tíber. La energía vital que anima las selvas está representada por Faunus y Silvanus. El primero es un dios bondadoso, cuyo más antiguo santuario estaba en una gruta del monte Palatino: sus sacerdotes, los Luperci, en las fiestas Lupercalia (15 de febrero) daban la vuelta al antiguo recinto de la ciudad para asegurar la fertilidad de hombres, animales y campos. La actividad de Siluanus se desarrollaba en las selvas; por eso se le representa con una corona de pino y una rama del mismo árbol en la mano. Liber y su esposa Libera, presiden la vida exuberante de la vegetación; más tarde fueron asimilados a los dioses griegos Baco y Proserpina (o Perséfone). Los dioses de los huertos y jardines
                                     Vertumnus, y Pom
son Vertumnus, Flora y Pomona. Los grandes dioses romanos. Si la familia romana tenía sus dioses, también los tenia el Estado, como gran familia que englobaba a todas las de la ciudad. Así había los Lares y los Penates públicos, que desempeñaban dentro de la comunidad las mismas funciones que en la vida doméstica. Pero su vinculación con el Estado y el culto público confirió a varias de estas divinidades un rango superior y una personalidad más definida. Por otra parte, la influencia exterior aportó nuevos rasgos a estas figuras divinas, muchas de las    cuales fueron asimiladas a divinidades análogas de la religión griega. Enumeraremos aquí las principales, conforme aparecen en los autores clásicos, y prescindiendo de los problemas relativos a su origen y evolución. Júpiter es el antiguo dios indoeuropeo del cielo Era el principal protector de la grandeza de Roma y dominaba sobre las demás deidades. Identificado con el Zeus griego, era el padre de los dioses y los hombres. Tenía el templo principal en la cumbre del Capitolio, donde era venerado como Optimus Maximus. Se le adoraba en diversas advocaciones: como Víctor concedía la victoria, como Stator animaba al ejército en batalla, como Feretrius recibía los espolios cogidos al enemigo, como Dius Fidius sancionaba y protegía los juramentos. Sus símbolos son el rayo y el águila. Juno, esposa de Júpiter, era la diosa de la feminidad, protectora de las mujeres, fundadora del matrimonio (luno Pronuba) y auxiliadora en los partos (luno Lucina). Era adorada con Júpiter en el templo que éste tenía en el Capitolio, honor que compartía también con Minerva. Fue asimilada a la diosa griega Hera.
Minerva, Júpiter y Juno tríade Capitolina.


Minerva formaba con Júpiter y Juno la tríade Capitolina. Era la diosa de las artes, los oficios y las ciencias, correspondiente a la Palas Atenea de los griegos. Marte (Mars) es un antiguo dios de la fecundidad que pasó luego a serlo de la guerra. Era el antepasado de los romanos, como padre que fue de Rómulo y Remo. En el antiguo palacio de los reyes se guardaba su escudo (ancile) y su lanza. Con doce escudos como éste, sus doce sacerdotes (Saliii) ejecutaban en el mes de marzo (mes dedicado al dios) una danza guerrera acompañada  de antiguos cantos, en los que se invocaba su protección sobre la ciudad. El dios griego correspondiente era Ares. Diana fue también un espíritu femenino de la fecundidad, adorado en los bosques ricos en agua. Al identificarse con la griega Artemis se concretó su figura como diosa cazadora y diosa de la luna. Su hermano, el dios solar Apollo, era una divinidad griega que fue incorporada al panteón romano.

Neptuno dios del mar
Artemis Diosa cazadora














Neptuno era el dios romano de las aguas, y en especial del mar, análogo al griego Posidón. Venus es la diosa de los jardines, de la belleza y del amor. Su identificación con la griega Afrodita la hizo madre de Eneas, antepasado común de los romanos y en especial de la familia Julia; de ahí que sea invocada como Venus genetrix. Mercurio es el dios del comercio (mercatura), análogo al griego Hermes. Vulcano era el dios del fuego, como Hefesto griego. Jano es, en su origen, el numen protector de las puertas (ianua); por extensión, llegó a ser dios de todos los comienzos, y así se le dedicó el primer mes del año (lanuarius). Se le representaba con una cabeza de dos caras (lanus bifrons), indicando la entrada y la salida. Las puertas de su templo estaban abiertas en tiempo de guerra y cerradas en tiempo de paz. Vesta personificaba el fuego del hogar. Su templo circular en el foro representaba el hogar del Estado, en el que ardía siempre el fuego sagrado, atendido por las vírgenes vestales. Más tarde fue equiparada a la Hestia griega. Saturno era un antiguo dios de los sembrados que, expulsado del cielo por Júpiter, se instaló en Italia y reinó en el Lacio. Bajo su dominio los hombres vivieron una edad de oro. Se le asimiló al griego Cronos.

CULTO, TEMPLOS Y SACERDOTES 
Sacrificio al Dios Bacu
Los templos. Originariamente los lugares de culto eran parajes naturales en los que sepercibía de un modo especial la presencia de los numina: grutas y bosquecillos sagrados (luci). Cuando un lugar había sido consagrado por un sacerdote, se llamaba fanum, independientemente de que fuera o no edificado. La influencia etrusca introdujo, no sólo las imágenes de los dioses, sino también el templum, edificio de planta cuadrada, orientado de Norte a Sur para que e! sacerdote pudiera dirigir su vista al mediodía. En su interior estaba la cella, que era la morada del dios, con su imagen y altares. Cuando los romanos entraron en contacto con los griegos, adoptaron también la planta oblonga de sus templos y los orientaron de Este a Oeste. Los sacrificios. El acto más importante del culto era el sacrificio, practicado tanto en el ritual doméstico como en el oficial. En el culto familiar se hacían sobre todo sacrificios incruentos. o sea ofrendas de frutos, tortas, vino, leche y otros productos. En cambio, en los ritos públicos eran corrientes los sacrificios cruentos, en los que se ofrecían animales. El animal (victima, hostia) 
era conducido solemnemente ante el altar, adornado con cintas y guirnaldas, y con la cabeza espolvoreada de harina y sal (mola salsa}; una vez degollado, sus entrañas (exta) eran quemadas sobre el ara, después de haber sido examinadas por los arúspices, y el resto de la carne era asado y consumido por los asistentes. El sacerdocio. Los sacerdotes no formaban en Roma una clase especial de la población. Dentro de la familia el sacerdote era el padre y en el Estado todas las funciones del culto incumbían, originariamente, al rey. Pero a medida que el ritual se fue complicando, estableciéronse corporaciones de sacerdotes (collegia), formadas en su mayoría por miembros de la clase dirigente. La más importante de estas corporaciones era la de los pontífices (collegium pontificum), presidida por el Pontifex Maximus. Pontifex significa "constructor, de puentes" y a estos sacerdotes se atribuía, en efecto, la construcción del pons sublicius, el primer puente de madera que se tendió sobre el Tíber. Cometido principal de los pontífices era velar porque se mantuviera la pureza del culto tradicional: eran intérpretes y guardianes del derecho divino, confeccionaban
Templo de Vesta
el calendario, fijaban las fiestas (feriae), los días aptos para la actividad de los tribunales (dies fasti) y redactaban los Annales maximi, en los que se anotaban los acontecimientos más notables de cada año. Los augures tenían por cometido averiguar la voluntad de los dioses gracias a la interpretación de tres clases de señales: 1° fenómenos meteorológicos (signa ex caelo); 2.° el vuelo de las aves (signa ex avibus) y 3.° la manera de comer de los pollos sagrados (signa ex tripudiis). Los arúpices se encargaban, en cada sacrificio, de examinar el estado de las vísceras de la víctima; toda anomalía observada en ellas pasaba por signo de mal agüero. Los fetiales, presididos por el pater patratus, vigilaban el cumplimiento de loa preceptos del derecho de gentes y cumplían los ritos exigidos en las declaraciones de guerra y en los tratados de paz. Las Vestales eran seis sacerdotisas que cuidaban de mantener el fuego sagrado en el templo de Vesta; elegidas en su niñez por los pontífices entre las hijas de la nobleza romana, hacían voto perpetuo de virginidad.